Cuando leí por primera vez «La Iliada» quería morir. Jajaja.
Me la habían dejado como tarea en la escuela y se veía enorme. Cuando la tuve entre mis manos sentí el peso de la vida y le puse todas las trabas del mundo, al final compré un resumen y preparé un mapa conceptual, el resumen me tomó por sorpresa, no esperé interesarme tanto. Sin embargo no leí el libro hasta algunos años después, cuando estudiaba la carrera literaria. Cuando volví a tocar el tema no le hice ningún mal gesto porque recordé que un gustillo me había dejado.
Aquella vez la leí apurada, pero feliz.
Descubrí la fascinación que me generaba ese tipo de lecturas donde lo fantástico se hace parte de la cotidianidad.
Han pasado algunos años desde entonces. He acogido en mi biblioteca favorita esta historia con cariño, como muchas otras, continué el viaje de Odiseo y otras más; luego, más adelante, llegó «el Señor de los Anillos» y «Game of Thrones» para recordarme que es maravilloso el viaje imaginario que produce una buena historia.
La cuarentena nos ha llevado a encontrar otras formas de comunicarnos. Un proyecto surge y la literatura quiere ser contada desde lo profundo de mi ser. Hemos empezado con aquella historia que me llevó por el camino fascinante de la mitología griega: La Iliada de Homero.
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